Mi madre vino a los Estados Unidos desde la República Dominicana en enero de 2001 con mi bisabuela. Salió de RD con la esperanza de poder encontrar mejores oportunidades. Recuerda estar triste porque no podría regresar y la idea de no poder ver a sus dos hijos era inmanejable. Afortunadamente, pudo contar con la ayuda de sus abuelos y su tía. Quienes ya llevaban un par de años en la ciudad de Nueva York. Recuerda vívidamente deambular por todo el Bronx en busca de trabajo, se subía a trenes al azar y anotaba en un pequeño cuaderno las paradas más importantes de cada línea; aplicó en cualquier lugar que pudiera, sin importar qué tan lejos fuera el lugar al que estaba dispuesta a viajar. Después de un par de semanas con la ayuda de algunos amigos, pudo conseguir un trabajo en una fábrica. Poco después, comenzó a ahorrar dinero para rentar un departamento y, con la ayuda de su abuela y su esposo, hizo los trámites necesarios para traer a todos sus hijos a vivir con ella. Después de 8 largos años de perseverancia y trabajo desafiante, sus hijos finalmente pudieron venir a Estados Unidos para estar con ella. Ella soportó muchos momentos difíciles y luchas, pero si tuviera que pasar por lo que pasó para estar donde está hoy, lo haría todo de nuevo porque su viaje no se trataba solo de ella, sino de sus hijos y su futuro. 

– Jibellys Javalera

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