Deportes eran algo muy complicado para mi. Corriendo, jugando y lastimándome no era algo que pertenecía en mi. Solamente tenía siete años cuando mi padre me inscribió en un equipo de fútbol. Era tiempo de dejar los videojuegos y tiempo de hacer algo beneficial decía mi padre. Mi padre había pagado por el uniforme y solo faltaba de esperar. Dos semanas luego me entregó mi uniforme. Era muy simple; rojo entero pero lo que cachó mi ojo fue el número cuatro con mi nombre atrás. Diez años después, casi tengo diecisiete años y todavía tengo esa camisa guardada. Cada vez que la miro, me recuerdo del tipo de persona que yo era, especialmente con fútbol y deportes en general. Fútbol es el primer deporte que jugué y lamentamente, lo odiaba. Me recuerdo los tiempos en los partidos que me ponían de defensa porque yo no era un buen jugador y me quedaba parado como un palo en la calle. Le rogaba a mi madre que me sacara del equipo. Miro en el tiempo pasado como he mejorado y sigo mejorando no nomás en deportes pero como una persona. Miro la camisa y me imagino jugando mucho mejor pero si tuviera siete años de nuevo. La persona que soy hoy es más abierto a diferentes deportes. Fútbol es un deporte que es grande en México y sabiendo lo que sé hoy, me ayudó a entender que deportes como fútbol pueden representar una identidad. 

– FP

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