Chanukah candles

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 No me considero una persona religiosa, pero cuando enciendo las velas de Chanukah cada diciembre, el olor me lleva directamente a mi juventud. La verdad es que no practico, aunque fui a “Hebrew School” y celebré mi Bat Mitzvah. Para mi fe nunca me atraía, pero la cultura del judaísmo sí. Crecí en un pueblo en Connecticut, donde era la única judía en mi grupo de amigos. Sobre todo, cuando era muy pequeña, esto me sentía excluida a veces. Nosotros no teníamos un árbol de Navidad con regalos por todas partes. Casi todas las canciones del coro en primaria eran de Navidad. Santa Claus nunca vino a nuestra casa. Bueno, el Easter Bunny tampoco. ¿Por qué no podía ser como los demás? Sin embargo, las ocho noches de Chanukah me hicieron sentir orgullosa de no ser como todo el mundo. En mi pequeña familia, practicábamos nuestras propias tradiciones. Mi hermano y yo alternábamos de prender las velas cada noche al decir la oración en hebreo. Después, nos tumbaríamos boca abajo mientras escuchábamos a nuestros padres arriba decidiendo los regalitos de la noche. Mamá y papá los ponían en frente de nosotros dos y gritaban “¡Ahora!” Nos levantábamos las cabezas para ver la sorpresa de la noche. Pocas veces eran cosas grandes, pero siempre nos hacía sonreír. Tantos años después, preparo las velas de la menora, las enciendo, canto la oración e inhalo este olor de cera y humo de mis velas baratas de la farmacia y soy de nueva una niña pequeña, feliz en el abrazo de su tradición familiar. 

Place(s): Connecticut

– SE

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